Educando a Nuestros Niños con Inteligencia Emocional

La crianza de los hijos a cambiado mucho en estos últimos años, si bien antes la primera preocupación de los padres era que el niño alcanzara un alto nivel de inteligencia cognitiva, que tuviera buenas notas en el colegio, muchas veces no prestaban atención a las habilidades sociales, o a la tendencia que ha venido en aumento en estos años de cuidar y desarrollar la inteligencia emocional.

Como ya sabemos la inteligencia emocional es la habilidad que tenemos y desarrollamos para percibir, valorar y expresar nuestras emociones y las de los demás, con la capacidad de gestionarlas para lograr un buen crecimiento personal y mejorar nuestras relaciones interpersonales para alcanzar una sana convivencia con los demás.

¿Por qué es necesaria la inteligencia emocional en la niñez?

En los últimos años se ha determinado y comprobado que las emociones negativas y recurrentes tienen un impacto significativo en los niños, niñas y adolescentes, especialmente cuando se exponen a ellas en los primeros años, algo denominado “Estrés tóxico”.

Lógicamente un nivel moderado de estrés es muy importante y necesario para el desarrollo armónico del niño, pero cuando este es sometido de manera reiterada ya sea por maltrato infantil, negligencia etc, no sólo afecta su desarrollo si no también su vida adulta.

Por esto es de vital importancia comenzar a desarrollar la inteligencia emocional en el niño desde temprana edad, utilizando las siguientes habilidades sociales:

  • Autocontrol: El niño tiene que ser capaz de controlar sus emociones y no sucumbir ante ellas, no dejarse llevar por la ira, el miedo, etc.
  • Entusiasmo: es la expresión y vivencia del optimismo, de afrontar dificultades y fracasos con actitud positiva. Va de la mano con la esperanza.
  • Empatía: Es la capacidad de identificar y actuar en base a los sentimientos de las otras personas, coloquialmente “Ponerse en los zapatos del otro”.

Los tiempos cambian, y con ellos la forma de criar a los hijos

En las generaciones pasadas lamentablemente era muy común que los padres obligaran a sus hijos a reprimir o esconder sus emociones: “No llores, mira como te ven”, “No tengas miedo”, “Tienes que ser fuerte”, que, si bien muchas veces esto se hacía con la mejor intención, no siempre el resultado es beneficioso.

Uno de los aspectos claves en este proceso de enseñanza es la comunicación abierta y asertiva entre padres e hijos, para que así los niños se afirmen en un ejemplo firme y positivo.

Si los adultos expresan sus sentimientos cuando están tristes, alegres, enojados y no responden a estos de manera impulsiva, los niños y adolescentes van enriqueciendo su vocabulario emocional y van aprendiendo a controlar impulsos.

Se aprenderá que las emociones son legítimas, que no son ni malas ni buenas en sí mismas, que lo reprochable es el comportamiento impulsivo, la respuesta incorrecta que se origina de ellas.

A continuación, presentamos algunas estrategias prácticas para el proceso de educación y la crianza entre el adulto y el niño, relacionado con la inteligencia emocional:

  • Reconocer en cada momento de la vida las emociones básicas: miedo, alegría, tristeza, ira (rabia), asco (aversión) y sorpresa, así como a expresar sus sentimientos. El mejor modo para este logro es el ejemplo de lo que hacen los adultos.
  • Saber afrontar las emociones con ejemplos (es mejor decir qué le molesta que gritar, pegar), de tal modo que se sientan seguros ante sus emociones y sentimientos, que los mismos no son ni buenos ni malos y que van a acompañarnos durante toda la vida.
  • Gestionar la ira, la frustración, la gratificación inmediata, para lo que es necesaria la aplicación gradual de límites y normas.
  • Activar la empatía con ejemplos sencillos: “¿cómo crees que se siente tu amigo después de que le pegaste?”,” ¿por qué crees que tu hermana está llorando?”.
  • Saber escuchar de verdad, que el niño sienta que lo que él dice u opina sí es valioso, que sí se le tiene en cuenta, que en la casa siempre habrá un diálogo democrático, justo, sin abuso de la autoridad.
  • Tener toda la confianza y oportunidades para expresar libremente los sentimientos, sin el temor a retractaciones ni reproches.
  • Vivir sentimientos de toda clase y así acabar comprendiendo que siempre hay una luz al final del túnel, para lo cual es necesario practicar la lectura en voz alta de cuentos e historias.

 

“Porque es mejor vivir mejor”.

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